Mexicali, Baja California.- Al oriente de la ciudad existe una colonia cuyo nombre, Ricardo Flores Magón, anima a superarse, a revolucionar, como sus habitantes lo han hecho aunque a base de mucho sacrificio y de acercamientos directos con las autoridades.
Ricardo de los apellidos mencionados, como la mayoría de los mexicanos saben, fue un periodista, escritor, político y anarquista que participó en disturbios estudiantiles en contra de la tercera reelección de Porfirio Díaz como presidente del país; fundó y publicó el periódico Regeneración, en el que denunciaba la corrupción del sistema judicial del dictador, e incluso participó en un famoso periódico llamado El Hijo del Ahuizote, en el que compartía espacio con el famoso ilustrador José Guadalupe Posada, y finalmente murió encarcelado en Estados Unidos, víctima precisamente de sus ideas revolucionarias.
Ahora su nombre está en esta colonia cuyas avenidas se llaman Ramón Corona, Manuel M. Diéguez, Pablo Quiroga, Rafael Buelna, Agustín Castro, Gildardo Magaña, Manuel Madinaveitia y Arnulfo R. Gómez, la mayoría militares que prestaron un gran servicio al México actual participando en las luchas revolucionarias. Algunas calles son Belisario Domínguez, Filomeno Mata, José Ríos...
("Quién sabe si a ellos les debemos más que a los caudillos más famosos", comentó un residente).
La nomenclatura de la calle principal, en sentido de norte a sur, pregona el nombre de Bernardo Reyes, quien curiosamente fue secretario de Guerra de Porfirio Díaz, gobernó Nuevo León durante 20 años y, finalmente, murió en un enfrentamiento contra leales a Francisco I. Madero.
El general Reyes fue padre de uno de los escritores y estilistas más ilustres de nuestro país: Alfonso Reyes.
No es eminentemente
comercial
La colonia Ricardo Flores Magón no se distingue por su actividad comercial, aunque la calle Bernardo Reyes, como hemos dicho, cuenta con un colorido y un dinamismo más o menos especial por atravesar casi a la mitad el asentamiento humano y por engancharse con el bulevar Venustiano Carranza, a muy pocos kilómetros al sur de la línea internacional.
Estanquillos en los que se venden alimentos, uno que otro taller mecánico y algunos otros comercios, incluso varios vendedores ambulantes que se ubican en las esquinas, le dan especial movimiento a dicha calle que por lo demás tiene algunas rúas también muy utilizadas sobre todo en los últimos años a raíz de la apertura de la garita situada en el Nuevo Mexicali.
En la calle principal se puede ver un moderno Centro de Salud del Gobierno del Estado, y cerca se encuentra la escuela "Praxedis G. Guerrero", ante cuya puerta se puede observar un cuadro en el que se lee: EIJ: "Pintemos un mundo sin drogas".
Muy cerca está el jardín de niños "Roberto de la Madrid".
Las calles están todas pavimentadas, distinguiéndose entre las colonias aledañas precisamente porque el asfalto fue colocado hace apenas uno o dos años, por lo que luce prácticamente nuevo aunque hay muchas quejas porque el material no es de buena calidad y poco a poco se han venido formando fracturas que no tardan en convertirse en peligrosos baches.
Este asentamiento humano está limitado al norte por la avenida 2 de Octubre y al sur por la avenida Corregidora Norte. Hay quienes dicen que la primera calle, en el poniente, es la José Ríos, y la última, en el oriente, es la Pascual Orozco.
Al casarse decidió vivir en la Flores Magón
Rodolfo Jaquez tiene 41 años viviendo en la colonia, exactamente los mismos que tiene de casado con Josefa, con quien comparte plácidamente una agradable vivienda en la que él disfruta su retiro después de años y años de trabajar como chofer de autobuses urbanos y dompes.
Primero vivió en la colonia Alamitos; después compró un lote en la colonia San Gabriel, pero finalmente, al casarse, decidió asentar su domicilio en la colonia Flores Magón, adquiriendo su lote con don Armando Gutiérrez Moreno, quien aparecía como representante de la compañía fraccionadora "El Porvenir".
"Hace 41 años aquí era una parcela en la que no había agua potable, ni drenaje, ni luz", expone el señor Jaquez, señalando que aunque le vendieron en calidad de fraccionamiento, "en una palabra aquí somos colonos".
Aunque reconoce que la colonia Corregidora, ubicada al sur, o "El Chorizo" de la Flores Magón, al norte -de las que ya hemos dado cuenta en estos reportajes sabatinos, fueron fundadas al calor de la política y de las elecciones mediante el famoso "paracaidismo", asegura que la Flores Magón es producto de la iniciativa privada.
Lamenta que, aun cuando el pavimento de las calles es reciente, comience ya a presentar defectos propios de un material defectuoso y quizá de una mano de obra no calificada al 100%.
Domiciliado en la avenida Heriberto Jara, también lamenta que el tráfico a través de ésta se haya incrementado debido en primer lugar a las mejoras urbanas que le han hecho y en segundo porque la toman como ruta para los centros de trabajo y para la nueva garita.
Cerca de esa casa hay un edificio de dos pisos, totalmente cuadrado, enrejado... y abandonado, color blanco -manchado con tierra- que llama mucho la atención.
Lo que un vecino mencionó como "la iglesia de los hermanos" luce perfectamente limpia e impecablemente pintada de color naranja.
Fecha muy presente
Pablo Contreras tiene muy presente la fecha en que llegó a la colonia para vivir en la calle Arnulfo R. Gómez: El 26 de noviembre de 1972.
Mientras su esposa Elena trabaja optimista utilizando una máquina de coser, Pablo se pregunta"¿Cómo se me va a olvidar? No hacía calor, No teníamos luz".
Revela que apenas se instaló en ese domicilio, luego de comprar el lote a la fraccionadora mencionada, integró un comité de vecinos en el que se ventiló el hecho de que aun cuando habían comprado en un fraccionamiento, éste no estaba dotado ni de cordones para las banquetas, ni de pavimento, ni de luz mercurial.
"Para que nos pusieran la luz tuvimos que ir muchas veces con el gobernador Raúl Sánchez Díaz y con el entonces presidente municipal Roberto Mazón Noriega", en la época en que la comandancia de policía se encontraba por la avenida Reforma, recuerda.
"No los dejábamos ni a sol ni a sombra", señala.
"Nos pusieron la luz en junio de 1973, y ya pudimos poner un abaniquito y un refrigerador", añade.
"Agua no había", advierte, señalando que por allí pasaban las pipas del gobierno entregando algunos volúmenes del vital líquido.
"El agua parecía caldo, pero el hielo era muy barato. Comprábamos una barra y se le echábamos al tambo... ¡y a bañarnos con agua fría!".
Más tarde le batallaron para poner el drenaje.
"Yo ya quería vender y lo que me dieran pagarlo de enganche en otro lugar donde hubiera todos los servicios", comenta.
Dice que el pavimento lo comenzaron a poner hasta 2013, por lo cual es relativamente nuevo, y eso después de muchos esfuerzos y peticiones directas a los funcionarios.
"De plano no le tengo nada de fe a los gobiernos, aunque tampoco los maldigo... bueno, a veces les digo cosas que no me gustan...".
Una ocasión, recuerda, cuando Francisco Pérez Tejada Aguilera andaba al parecer en campaña, él llegó hasta su vehículo y lo felicitó por traer unos bonitos zapatos que no los enlodaba.
Poco después las calles fueron cubiertas con grava, terminándose el enorme problema que representaba el tener que batallar con los lodazales.
Inspiración de valentía
Así, con esfuerzos, y con un acercamiento muy estrecho, directo y exigente con las autoridades, es como los residentes de la colonia Flores Magón han avituallado de infraestructura urbana al asentamiento que han seleccionado para radicar toda su vida.
Son gente "luchona" y valiente, como los generales cuyos nombres están en la nomenclatura de sus calles.