Municipio Libre...
Por José de Jesús Jiménez Vega, La Voz de la Frontera|6 de Junio

Mexicali, Baja California.- Ubicada en el confín occidental de la mancha urbana mexicalense, casi uniendo a ésta con las añejas colonias suburbanas conocidas como Los Santorales, la colonia Municipio Libre, creada no hace más de 30 años, sufre uno de los problemas de mayor importancia en la capital bajacaliforniana por el daño que hace a la salud: La falta de pavimentación.

Y no es que algunas de sus calles no estén asfaltadas, pues varias de éstas presentan evidencias de que sí lo están, pero lo cierto es que tanto las que en el pasado fueron revestidas de materiales pétreos como las que en ese sentido no han sido tocadas, producen sobre todo por las tardes tanto terregal que muchos de los habitantes sufren padecimientos respiratorios crónicos... aunque algunos ni lo saben.

El problema de la contaminación ambiental aérea se agrava los días de inversión térmica, que encierra prácticamente a la colonia en una nube terregosa plena de partículas nocivas.

No en balde la presidenta del comité de vecinos, doña Juana Verónica Rodríguez, con todo y sus dificultades para caminar -que resuelve airosamente con un "mágico" bastón de metal- ha concentrado sus esfuerzos en gestionar ante las autoridades una solución a ese problema.

Y optimista nos anuncia: "Ya estamos para que nos pavimenten".

Con catorce años como líder del comité de vecinos, tanto ella como otros residentes recuerdan cómo hace poco menos de 30 años, impulsadas por la luchadora social Silvia Beltrán -a la postre integrante de un partido político con esencia comunista- participaron en las invasiones que dieron origen a la colonia.

¿Y porqué le pusieron por nombre Municipio Libre? "Porque somos muy libres...", asegura doña Juana Verónica.

Municipio Libre

El Municipio Libre es una figura político-geográfica. En la teoría anarquista es la jurisdicción o unidad de población organizada como un distrito autogobernado que rige para quienes libremente se hayan adherido.

Mariano Palacios Alcocer, el abogado, político, tres veces presidente del partido tricolor mexicano, ex gobernador de Querétaro, ex secretario del Trabajo y Previsión Social y actualmente embajador de México en la Santa Sede (El Vaticano), nos comenta en una de sus obras que el 25 de diciembre de 1914 -prácticamente como un regalo de Navidad-, Venustiano Carranza promulgó la Ley del Municipio Libre.

Dicha Ley constituye un antecedente muy preciso del artículo 115 Constitucional, en el que se define en México todo lo relacionado con el Municipio.

La Ley promulgada por Carranza tuvo la importancia de reconocer la autonomía de los Municipios, entonces privados de ella por la tutela de los Prefectos y Jefes Políticos.

El 1 de diciembre de 1916, el constitucionalista mexicano por excelencia, reunido en el Congreso Constituyente, dijo, entre otras cosas:

"El Municipio independiente es sin disputa una de las grandes conquistas de la Revolución, como que es la base del Gobierno libre, conquista que no solo dará libertad política a la vida municipal, sino que también le dará independencia económica; puesto que tendrá fondos y recursos propios para la atención de todas las necesidades, sustrayéndose así a la voracidad insaciable que de ordinario han demostrado los gobernadores y una buena Ley Electoral que tendrá a éstos completamente alejados del voto público y que castigue con severidad toda tentativa para violarlo".

Colonia pequeña, gente grande

En el recorrido efectuado para la realización de la presente nota nos encontramos con gente trabajadora, con iniciativa, esforzada, que lucha intensamente por sacar adelante a su familia y por supuesto, a su hábitat.

La colonia no es grande; es más bien pequeña. Comienza en el norte, en la calzada Continente Europeo y termina en el sur, en la calle Sicólogos; y en el poniente nace en la calle Río Escondido y termina en el oriente en la calzada Yugoeslavia, columna vertebral de todo un complejo de asentamientos humanos en el extremo poniente de la capital bajacaliforniana.

"Cuando nos dijeron que acá estaban dando lotes, nos vinimos; improvisamos un cuarto con unas tablas y aquí nos quedamos, hasta que nos asignaron un lote. Silvia Beltrán nos ayudó mucho", recuerda Gloria Espinoza, quien en aquella época -"hace unos 30 años"- vivía en el centro histórico de la ciudad pagando renta, pues había llegado procedente de Navojoa, Sonora.

Su hija Sonia Iveth atiende allí un puesto en el que vende ropa usada. "Trabajo en una fábrica y los sábados y domingos ando en el sobrerruedas. Siempre he vendido aquí, con mi mamá, aquí saco para el agua, las tortillas; hay que trabajar mucho, estando en tu casa nadie va a llegar a darte nada", comenta esta esforzada mujer que, no obstante su juventud, tiene siete hijos ("todos nacidos en esta colonia"), tres de los cuales ya están casados y uno de ellos la ha hecho abuela.

¿Cuál sería el principal problema que enfrentan por aquí?, se les pregunta. "¿Aparte de la pobreza?", preguntan contestando.

Y resaltan: La falta de pavimentación los está ahogando sobre todo cuando sopla el viento, por lo que muchas personas de la colonia tienen enfermedades crónicas del sistema respiratorio.

"La pavimentación es algo que urge", dicen, criticando a muchos políticos que en época de campaña los visitan, pero después ya no se presentan.

"Pinchis políticos, nomás andan con su 'verdura'...".

Por su parte, a unos metros el joven matrimonio formado por Leopoldo y Marina Ruvalcaba trabaja intensamente en la tienda de abarrotes "Zarah", a la que llamaron así en honor de una de sus hijas. Es la esquina de Noruega y Río Amarillo, donde tienen apenas un año que abrieron el establecimiento.

La pareja es originaria de Jalisco.

"No tenemos nada que decir de la colonia; todo está bien; todos los vecinos son buenas personas", comenta Leopoldo, mientras tanto él como su esposa atienden diligentemente a sus numerosos clientes.

"Tengo 18 hermanos y cada uno de ellos tiene su propia tienda de abarrotes", comenta el joven comerciante, añadiendo que tan solo en esa calle hay tres establecimientos de la familia y también los hay en las colonias Carranza, Robledo, Solidaridad, Terán y Luciérnaga.

"Nos criamos en el rancho (Yahualica); nuestro padre vendía tierra para macetas en el mercado; seguro él nos inculcó la vocación de comerciantes", comentó.

Recomendó a la autoridad que ahorre energía, ya que las lámparas del parque hasta en el día permanecen encendidas.

Este asentamiento humano no cuenta prácticamente con infraestructura pública, a no ser por el parquecito en el que funcionan dos canchas, una de basquetbol y otra de futbol rápido. Un diligente vecino de la avenida Polonia, Alfredo Zataráin Flores, con 15 años de residir en este asentamiento, se ha encargado de llevar y sembrar algunas plantas.

Este esforzado hombre de evidente conciencia cívica adquirió una casa que tuvo que tumbar debido a las deplorables condiciones en que ésta se encontraba. Con el paso del tiempo y a base de mucho trabajo e inversión cuenta hoy con un hogar en el que disfruta de un pequeño y confortable jardín -sembrado con auténtico zacate de San Agustín-, tiene amplia cochera y algunos elementos muy fundamentales para la seguridad: cerco de reja y una reja en la puerta que conduce al patio posterior.

Zataráin se las ingenia para pagar sus cuentas, considerando el salario que percibe en una dependencia estatal y un complemento que ha creado poniendo en práctica su espíritu emprendedor: renta mesas, sillas y rockolas para fiestas familiares.

Muy cerca, por la misma avenida, vive la presidenta del comité de vecinos, doña Juana Verónica Rodríguez, quien recuerda como si fuera ayer la lucha que Silvia Beltrán y algunas otras de sus compañeras llevaron a cabo para conseguir los lotes.

Lamenta que Silvia haya vendido un área en la que había juegos infantiles, que ahora podría bien ser un área verde de servicio comunitario.

Con excepción de algunas tiendas de abarrotes, la mayoría con permiso para la venta de cerveza, esta colonia no cuenta con mayor infraestructura comercial en su interior. Sin embargo, en su extremo oriente, donde nace, es decir, en la calzada Yugoeslavia, hay varios negocios importantes entre los que destacan una ferretería, una frutería y algunos establecimientos de comidas rápidas.

En esa zona, por la Yugoslavia, es el único lugar en el hoy que puede observarse una pavimentación aceptable.

Del interior de la colonia no es posible decir lo mismo.

Allí es el Municipio Libre porque, según el acierto entusiasta de la presidenta del comité de vecinos, la gente es libre como el viento... Solo esperan que ese viento, a su vez, sea liberado. Sufre, mientras sopla, de una ominosa esclavitud: la contaminación ambiental, su propio detritus.

"Ya estamos para que nos pavimenten", es la optimista esperanza que expresa doña Juana Verónica.