Ejido Morelia
Por Laura Elena Aguayo , La Voz de la Frontera|8 de Junio

Mexicali, Baja California.- A la salida del ejido Nuevo León, en las faldas de la carretera se encuentra una comunidad integrada por personas dedicadas a las labores del campo, es decir, son productores agrícolas pecuarios y en su afán de salir adelante, optan por poner sus propios negocios en el vecino ejido, donde solo a base esfuerzos logran seguir amando su tierra en el valle de Mexicali. Se trata del ejido Morelia.

Ana María Sánchez, de 80 años, reside en el ejido desde hace 60 años. Dice haber llegado cuando ya había familias asentadas en el valle de Mexicali. Viajó de su natal Estado, Michoacán, con su esposo y dos hijos de 3 meses y 2 años para encontrar suerte en el valle de Mexicali, donde el trabajo en aquel entonces abundaba, sobre todo para la pizca del algodón.

Sin embargo, la situación en la actualidad parece ser distinta y hasta triste, ya que con el paso de los años el trabajo ha escaseado, apoyándose de lo poco que puede obtener de la ayuda del Gobierno. Pero a la fecha esto también se ha visto complicado, pues desea que regresen de nuevo las entregas de despensa.

Con un hogar que le deja solo los recuerdos, tiene que pasar el verano sin refrigeración y tiene que soportar el verano bajo su techo donde espera que la brisa y sombra puedan minimizar los efectos del calor.

"Hace falta que nos apoyen con material para el techo, pues cuando se vienen las temporadas de lluvia siempre estamos teniendo problemas, pero lo que más nos tiene preocupados es la plaga de zancudos que con el calorón que se tiene apenas lo soportamos", explicó la señora Ana, quien perdió a su esposo en el 2001 y sobrevive con lo que sus dos hijos le dan para salir adelante, quienes apenas pagan 100 pesos regando parcelas y ordeñando.

Una comunidad en el olvido

Salvador Castillo, de 55 años, también residente del ejido, siente que se tiene en el olvido a esta comunidad, pues solamente en lo que respecta a los servicios de salud tienen que acudir al ejido Nuevo León y sacar cita en el Centro de Salud, pero esto se le complica a las personas de la tercera edad que ni automóvil tienen y por su misma situación no salen de sus hogares.

Otra necesidad del ejido se refleja en la vida de Francisco Manuel Figueroa, quien vende pollos y vive en una vivienda sin luz por más de dos años, pues al vivir junto a un dren en el derecho de vía, no ha logrado contar con los permisos para que se le brinde el servicio de energía eléctrica, aun cuando vive con sus padres y esposa, quien tiene cinco meses de gestación.

Con esto, el reclamo de atención se hace constante, pues las familias que han prosperado en sus negocios salen adelante, pero quienes se dedican a prestar sus servicios como mano de obra no pueden decir lo mismo, pues la falta de atención que existe en el valle de Mexicali, sobre todo con los grupos más vulnerables, se agudiza al no tener la esperanza de ver cuándo se les ayude.