Flores en el pantano
Por José Mercado, La Voz de la Frontera|14 de Julio

Mexicali, Baja California.- Cuando nos preguntamos ¿qué es un milagro?, la respuesta que nos llega se refiere a una situación, fenómeno o acción que no puede explicarse a partir de los principios naturales y que, por lo tanto, es imputado a la participación de una entidad divina.

La definición del término de todas formas varía de acuerdo a las creencias religiosas. Para los cristianos, los milagros son eventos que exceden lo natural y que suponen una manifestación del amor que se vierte a Dios por las personas.

Toda esta explicación la aprovecho para definir al ejercicio que una organización de hermanos cristianos --en realidad son siete personas--, han creado y denominado Salvos por Gracia A. C., todos de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, se definen. La crearon para asistir, atender y con la capacidad que la misma fe les genera, buscan sacar adelante, rescatar a jóvenes, algunos de ellos apenas adolescentes y que por diferentes motivos han caído en las garras de las drogas.

Son chicos que en la niñez se iniciaron en el consumo de drogas, como ellos mismos lo dicen.

"Le pegábamos a la marihuana, la cocaína, heroína, metanfetaminas y hasta a los solventes; consumíamos pegamento, Resistol 5000, pero éste es el más grave porque te quema el cerebro", confiesan con la honestidad que les obliga buscar reformarse y lo hacen con lecturas constantes de la Biblia y sus salmos, orientados por los mismos instructores que son las personas que crearon la organización.

Hasta este momento no se conoce a otro organismo social que brinde atención y rescate de las calles a niños y adolescentes drogadictos.

No cabe duda, hay cosas que las mueve la esperanza, pero no la que genera la convicción de que podrían salir bien o mal, sino la que propicia la certidumbre de que hay algo que tiene sentido llevar a cabo sin que importe el resultado final.

Este grupo de personas tiene ese algo especial que les da la ilusión y les permite expresar el amor hacia los demás.

Iris Karina Araiza y su esposo pertenecen a la misma iglesia, iniciaron el recorrido por crear esta acción de rescatar a los menores, al fin y al cabo no son más que flores en un pantano.

El llamado de Dios

En septiembre del 2010 iniciaron la creación de esta organización y empezaron los trabajos en enero del 2011.

Claudia Sánchez, junto con el hermano Salvador, otro de los integrantes, dice: "Recibimos el llamado de Dios".

Lo dicen con toda la fe de creer en algo sin comprenderlo. La fe que no acepta análisis, es esa que no compagina con la filosofía. Lo dicen como una justificación que va más allá de un simple compromiso, más bien como la atención a una responsabilidad hacia una divinidad.

Iniciaron actividades en la colonia Pueblo Nuevo en esta capital y finalmente algo divino los llevó a contar entre sus propiedades con una superficie de 4 mil 700 metros cuadrados de terreno en el rancho "El Hijo Pródigo", ubicado por la carretera a San Felipe, en la colonia Ahumadita, hasta donde cambiaron su sede.

Un hogar disfuncional genera niños de la calle

Los pacientes son infantes y adolescentes, alrededor de diez; hablan de sus experiencias de la primera vez que consumieron droga, cuando les dieron a probar la marihuana y el deseo de los chicos para integrarse al grupo de adultos y sentirse parte de éste. Así se protegían de la calle. Así empezaban a perderse en la oscuridad de la drogadicción.

Los infantes hablan que al consumir el enervante, sienten que ellos mismos pueden controlar sus efectos. Tarde es cuando se dan cuenta de lo contrario y se convierten en uno más y aquellos que en un principio les dieron a probar, ahora les venden el producto y si el joven no tiene para pagar, entonces tiene que robar para cubrir el costo de sus vicios.

Por la edad que enfrentan, entre los 9 y los 15 años, no pueden trabajar, pero son producto del mayor que los mueve para cometer robos, asaltos, allanamientos. No importa lo que caiga: Si es dinero, un celular, un reloj, lo que sea que pueda ser vendido de inmediato para comprar la droga que ya para entonces se les ha convertido en ansiedad. Y deben comprar para los dos, para quien los indujo y para ellos.

Casi todos los imberbes recuerdan que no ha pasado mucho tiempo de la separación de sus padres. Unos porque el jefe de la casa consumía alcohol y en su adicción se había convertido en un marido golpeador de la esposa y los hijos. Es entonces cuando el menor se siente con la culpabilidad de ser el causante del conflicto de sus padres y decide huir de casa.

La calle en un principio los oculta, después los lleva por lo negro de la noche y la soledad del delirio que genera el consumo de la droga y que al final lo convierte en delincuente.