Viejo poblado con problemas modernos Ejido Colima
Por Por Laura Elena Aguayo, La Voz de la Frontera|16 de Febrero

Mexicali, Baja California.- Tierras fértiles y caminos que huelen a tierra fresca, es lo primero que se puede percibir al ingresar al ejido Colima, donde se adentra el corazón del valle de Mexicali y la gente aún logra encontrar cierta tranquilidad en su forma de vivir, pacifica, pero de mucho trabajo, como siempre ha sido desde el año de su fundación en 1937.

En sus inicios, un grupo de familias que deseaban contar con un patrimonio que trabajar, migraron de otros poblados y Estados de la República Mexicana, donde apenas se veía nacer el respeto a los propietarios rurales y de quienes fue la extensa tierra que hoy se conoce como el valle de Mexicali.

Toda un vida respirando

en el campo

Apolinar González Ávila, de 78 años, ha visto literalmente enverdecer este ejido, donde sus padres encontraron una mejor opción para su vida y la de sus hermanos.

El señor Santiago González y su esposa Faustino Luna Ávila, son los nombres de quienes le dieron la vida y lo trasladaron a el Colima a la escasa edad de 10 meses, iniciando una vida productiva con la maquinaria que les abrió camino a la prosperidad, siendo las primeras viviendas que ahí se construyeron de cachanilla, por ser parte de la flora más abundante o mejor dicho, predominante en esas tierras.

Su padre se dedicó siempre al cultivo de algodón, lo cual fue la herencia de esfuerzo que le ayudó al señor Apolinar a salir adelante y criar junto a su esposa Carmen Herrera a sus tres hijos e hijas, que a la fecha le han llevado a tener una hermosa y numerosa familia con 19 nietos y ocho bisnietos.

Por el amor a la tierra, continúa sembrando algodón y alfalfa junto a sus hijos, quienes al igual que otras familias han extendido sus parcelas y aprovechando las bondades de la tierra en el valle.

El ejido en la actualidad

Aunque esta zona cuenta con Sistema de Agua Potable, el drenaje es algo que los residentes del Colima todavía no pueden disfrutar, sin mencionar que como en gran parte de la ciudad, los robos a casa habitación y de vehículos son un fenómeno que parece casi imparable, pues Apolinar relató que entre las experiencias cercanas, uno de sus yernos fue víctima de los amantes de los ajeno, pues en dos ocasiones le robaron el automóvil de su residencia.

Además, se ve que solamente se cuenta con preescolar y primaria, obligando en algunos casos a las nuevas generaciones a migrar fuera de la zona rural por sus estudios, ocasionando que en gran parte de los casos desistan de trabajar las tierras de sus padres o abuelos.

Recuerdos históricos

Como monumentos que no hablan, pero sí muestran parte de la historia, casas que fueron construidas hace más de 50 años son testigos de los cambios que se han dado con el paso de los años en el ejido, tal es el caso de la residencia de Santiago González, que se edificó en 1950, así como otras viviendas que aún con algunos bloques de adobe resisten los vientos, lluvias y temblores que han ido dando un nuevo rostro a este ejido.

Como regalo, un recuerdo le vino a la memoria de Apolinar, quien se trasladó a su niñez, cuando la vida era más orgánica y productiva, contrario al pensamiento de algunas otras personas, él dice no haber pasado una infancia con carencias, pues el queso, leche, requesón, huevos y verduras, nunca faltaron en su hogar.

Señaló que en el valle la vida siempre fue hermosa y el trabajo duro, fue un regalo para los hombres y mujeres que hoy se enorgullecen de decir que son parte de las familias fundadoras del ejido Colima.